Últimamente echo de menos mis rastas. Me suele pasar con frecuencia, a medida que el sol empieza a despertar del letargo del invierno y la luz se hace más presente yo me acuerdo de mis rastas. No sé porque de algún modo las tengo asociadas al buen tiempo, puede que sea por todo lo que tardaban en secarse cuando las lavaba, o porque me encantaba recogerlas en alto y los moños que salían eran maravillosos.
Recuerdo la primera vez que entré en la oficina con mi cabeza llena de rastas. Un lunes aparecí así, con la cabeza llena de ellas y una enorme sonrisa. Es simpático ver el impacto que tu apariencia puede crear en los demás.
A mi me llama mucho la atención como este tipo de cosas hacen que las personas se descoloquen, algunas se molestan, otras te miran con envidia, al final consigues no dejar a nadie indiferente. También he de decir que a mí esto me pasa cada vez que veía a alguien vestido con traje (me daba igual si era hombre o mujer) mi nivel de asombro era directamente proporcional a “lo puesto“ que iba el contrario.
Para mí la ropa, el pelo y todo lo que ayude a mostrar una apariencia física es fundamental de cara a expresarme, a dejarme ver. Es mi tarjeta de presentación. Imagino que por eso jamás entendí ni compartí la obligatoriedad de ir en traje. Es lo mismo que ir con un mono de trabajo y sin embargo no está considerado así, el traje es un símbolo de distinción.
Todavía recuerdo las llamadas de atención para que “cuidara” mi vestuario cuando tenía que ir a reuniones con clientes, cosa que sucedía mínimo una vez por semana. Mi vestuario estaba totalmente estudiado y cuidado.
Al final se hizo tan cansino el tema que acabé sugiriendo que tal vez no fuera la persona indicada para ese trabajo si tenía que “disfrazarme” para hacerlo. Con esto se acabaron las “sugerencias” y no volvieron a decirme nada mas.
Después de la ropa, llegaron los piercing, algún que otro tatto, los peinados de todas formas y colores y las rastas. Y en todo este tiempo creo que he ido ayudando a las personas a abrir los ojos a nuevas realidades ajenas a lo que conocían, porque no siempre las cosas son como nosotros consideramos y sobre todo, porque hay mil formas de hacerlas que no conocemos y dar opción a que sea así nos enriquece a todos.
Si hay algo que me gusta por encima de todo es ayudar a ver las cosas desde otro punto de vista. No creo en las VERDADES ABSOLUTAS. A todo, siempre, se le puede dar una vuelta y utilizar la perspectiva para analizarlo de otra forma.
Adoro mis rastas y todo lo que me enseñaron.
Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.
ACEPTARTérminos y condiciones | Política de privacidad